Friday, June 11, 2010

María ya no es la misma

María B. es ahora todo un hombre. Comenzó como un juego lúdico pero de pronto se convirtió en una verdad concreta. Por supuesto no se ha operado el cuerpo ni nada por el estilo, "aunque tal vez", dice con picardía María. Su transformación comenzó con el corte de pelo -casi al ras- y la vestimenta, es decir la camisa, el pantalón y los zapatos definitivamente de hombre.La gorra es una prenda imprescindible en la presencia de María. Se la cala hasta los ojos, para estudiar al contrincante.

Quienes la han visto últimamente dicen que su actitud es desafiante, con una mirada penetrante y defiende a su pareja del peligro de la seducción en cualquier parte y a toda hora. Gabino hace memoria, como siempre, y retrocede un año cuando trabajaba con María B. en la factoría. La historia de esta muchacha se sabe de memoria por la cantidad de veces repetida. María B. es delgadita, se diría casi anémica, tiene la piel clara, casi transparente como si el sol nunca la hubiera tocado con sus rayos.
Ella tuvo su primer hijo a la edad de 14 años luego de ser forzada por un hombre mayor que cometió la violación y desapareció como si se le hubiera tragado la tierra ante las amenazas de venganza del padre de María. Sin saber cómo, ella tuvo en sus brazos a un ser de carne y hueso que vino a reemplazar a las muñecas con las que jugaban la niña y sus cinco hermanas. Pasaron dos años y quedó embarazada como producto del amor prometido por un hombre que se convertiría en su marido. Nació una niña que ahora tiene 11 años y es quien lleva la casa en su tierra natal, una vez que María B. decidió venir a los Estados Unidos tras el abandono de su esposo y el nacimiento de un nuevo niño.

En Estados Unidos María vive en un barrio pesado, caliente, donde las maras se disputan el territorio con violencia. Las peleas callejeras, los insultos entre vecinos, la presencia cotidiana de la policía y uno que otro disparo a la madrugada ya no le afectan como al principio. Tampoco le toma de nuevo mirar que uno de sus vecinos de cuarto llegue sangrando por que le golpearon para robarle al salir a comprar cerveza en la noche. Ella se levanta para curarles y compartir la bebida. Es que María B. ha encontrado en el alcohol y la cocaína la vía de escape a tanta miseria humana, como le cuenta a Gabino cuando le habla por teléfono de madrugada pidiéndole perdón por la llamada y el abuso. Ella se enamoró de un compañero de trabajo. Se alimentaron de besos en las horas de descanso y compartieron sus penas los fines de semana. Todo terminó porque él no se portó como un hombre en la cama dice ella y no porque le pedía dinero como dice él.

La metamorfosis de María B se ha dado por una simple necesidad de supervivencia le confidencia a Gabino, no es que sea del otro equipo. En su vida apareció una muchacha necesitada de cuidados y despechada del abuso de tanto hombre que se aprovechó de su cuerpo y de su trabajo desde que llegó a vivir a este país. Poco a poco fue conquistando a María B. quien vio la oportunidad de mejorar sus finanzas porque ella le paga todo a cambio de complacerle una que otra extravagancia como pedirle que se vista como hombre y otros detalles que no se cuentan porque todavía quedan rezagos de pudor en su corazón fogueado en muchas andanzas y en innumerables experiencias. Por hoy todo marcha bien en su relación dejando de lado los celos. Espera María B. que con el tiempo logre mayor confianza de su pareja, la soporta porque ahora tiene dinero para enviar a sus hijos que necesitan el dinero cada mes sin falta ni demora y ella también desea que llegue algo y no sabe bien qué es, pero espera.

Friday, June 4, 2010

Te van a dar Raúl

Raulito tiene apenas tres semanas de haber ingresado a la factoría y ya se ha convertido en el terror de las mujeres. Todas le temen, incluso aquellas que han rebasado los cuarenta. Es que el muchacho, chele y bien parecido, que aparenta tener entre 18 y 20 años de edad, está con las hormonas alteradas, como dicen sus víctimas. Al principio parecía que no rompía ni un plato, por eso se ganó el diminutivo de Raulito, pero ahora aborda a las féminas con tal ímpetu que espanta. Su estrategia comienza con una sonrisa amplia y una conversación trivial. Mientras va hablando, por ejemplo del calor que hace en estos días, pasa su mano por el hombro de la muchacha que se cruzó en su camino y de ahí sigue con sus toques hacia la cintura y otras partes del cuerpo. Usualmente recibe un insulto o un empujón violento como respuesta, pero él lo toma como un cumplido y se aleja a buscar otra víctima. Las miradas de Raúl, llenas de deseo sirven de cometario entre la gente del trabajo. Basta seguir su mirada y uno ya sabe dónde está mirando el chico.

Las quejas ya han llegado al supervisor y éste ha llamado a Raulito para explicarle que lo que está haciendo se llama acoso sexual, que puede ir detenido y que si sigue en sus andanzas va a ser despedido del trabajo. Nada parece detener las ínfulas del joven Raúl, que sostiene que toca a las mujeres porque les gusta y él es un experto amante. También asegura que las amenazas por acoso nunca se cumplen porque se necesita valor y hasta ahora nadie ha tenido el suficiente para hacerle detener. Sobre el trabajo opina que cuando uno está legal en este país es fácil encontrar otra chamba.

Lo que no sabe Raulito es que varias mujeres se han puesto de acuerdo y han hablado con sus maridos y en uno de estos días ellos le van a dar su merecido por mañoso y mani-larga -como dice una de ellas en un susurro- y tampoco va a se necesario denunciarle, para qué, no hará falta.