Sunday, October 17, 2010

Atrapados

Gabino está sorprendido por el poder de análisis de las personas que supuestamente no tienen formación académica o no han ido a la escuela. Fue una mujer ya mayor como de 60 años quien expresó con todo su corazón la frase que provocó emoción entre los presentes. Ella dijo: “los indocumentados que están en Estados Unidos viven en peores condiciones que las que vivieron los mineros chilenos dentro de la mina y no hay nadie que les rescate”. Lo dijo así, de forma tan natural que se hizo un silencio extraño en el comedor.
La conversación entre los trabajadores de la factoría, como es obvio, giraba en torno al rescate de los 33 mineros chilenos atrapados en una mina durante 70 días. Todos daban detalle de lo que habían visto o escuchado. La conversación giró hacia el minero infiel y la decisión de su mujer de no asistir al rescate como una manera de protesta. Todos y todas opinaban, muchas lapidaron al minero por tener una amante, pocos dijeron cosas a su favor, hasta que Rosario, la mujer que pocas veces habla soltó su frase.
La conversación que en un principio comenzó con euforia se puso como solemne. Carlos dijo que hay millones de trabajadores en este país que viven peor que en un socavón, sin identidad, sin derechos, sin la posibilidad de recibir ningún beneficio, con miedo de enfermar, con pánico de las cuentas si alguien llega a un hospital.
Yolanda contó que tiene una deuda de tres mil dólares por una operación de apéndice que le hicieron a su hijo y cree que nunca va a poder pagar. Alguien dijo que los mineros recibieron el apoyo de todo el mundo y los doce millones de indocumentados, a pesar de ser productivos, no reciben el apoyo de nadie, más bien se les quieres sacar a la fuerza como a los peores criminales por el simple hecho de no tener un documento reconocido de identidad. Y no hay nadie que los rescate. Los mineros salieron en televisión y todos aplaudieron dice Yolanda, mientras que los inmigrantes salen en televisión sólo cuando están atados, deportados o detenidos mientras intentan llegar a buscar una mejor vida y todo mundo tuerce la nariz.
La conversación cambió de tono cuando Luis sugirió una cápsula para abandonar este país, sin rumbo fijo, hacia un mejor sitio, donde nos quieran bien, dijo. Y entonces se escucharon muchas propuestas como ir a vivir al campo, a la selva, a las montañas, a criar gallinas, a cosechar café, es decir, todos de alguna manera añorando la vuelta a casa, al calor del hogar, soñadores, esperanzados en días mejores, deseando la suerte de los mineros a los que todo el mundo adora.

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