Saturday, May 29, 2010

La parca no perdona

Gabino está conflictuado. Hoy le dieron la noticia de la muerte del dueño de la factoría donde trabaja. Uno de los supervisores reunió a todo el personal, cerca de 50 personas, y por medio de un traductor leyó una nota de pesar redactada por alguna mente lúcida de la oficina. En la carta se exaltaban los valores del ahora fallecido. Se exponía su calidad profesional y se lamentaba su prematura muerte que deja un inmenso vacío difícil de llenar. La primera reacción del personal fue preguntar por la estabilidad laboral. Se les dijo que por el momento todo sigue igual, aunque con la llegada de un nuevo directivo podrían darse cambios. Tras un breve intercambio de comentarios con la persona más próximo sobre el futuro, todos volvieron a su sitio de trabajo. Una persona de la oficina anunció que se recibirán donaciones de dinero para comprar una ofrenda floral o algo parecido y exponerlo en el funeral. Es aquí donde hubo una reacción en cadena. Quienes trabajan por varios años dijeron que con la llegada del nuevo dueño, o sea el fallecido, se eliminaron muchas conquistas laborales como recortes de días feriados, congelación de salarios -de hecho nadie recibe un aumento desde hace más de dos años- recortes de sobre-tiempos más conocido como over time, eliminación de un escuálido seguro médico, trabajo excesivo para quienes quedan después de un masivo despido de personal, competencia por puntos para ganar unos centavos adicionales y amenaza constante sobre la estabilidad en el trabajo, entre otras cosas que ahora mismo Gabino no se acuerda o no lo pone para no abrumarse de cosas negativas. Ante esta realidad se elevaron voces que indignadas protestaban con el pedido de la contribución de dinero para la ofrenda. Se dijo que nunca se ha visto que los millonarios pidan dinero a quienes con las justas tienen para cubrir sus necesidades básicas. Otros dijeron que sólo ahora se acuerdan de su existencia y nunca se les toma en cuenta cuando un grupo privilegiado festeja con comida y bebidas los logros alcanzados por el personal de planta. Hubo quienes recordaron la muerte de un trabajador y la compañía ni siquiera envió a sus familiares una nota de pesar, menos una indemnización decorosa. Otros invocaron a las fuerzas divinas y dijeron que el Ser Supremo trata por igual a pobres y ricos el momento de designar su muerte. También salió a flote el tema de los accidentes laborales, donde la empresa no puede ser demandada y menos cubrir gastos si una persona sufre alguna eventualidad. Ahí está el caso de Gloria a quien le cayó sobre el hombro una caja pesada de papel. Ella está casi inmovilizada y como ya no puede empacar con rapidez le enviaron a devolver mercadería a las perchas. Se dice que en estos días recibirá la notificación de despido. Gabino está conflictuado. No concibe tanta injusticia junta. Es cierto que la muerte de una persona es un tema sensible, pero que esa persona, junto a un grupo de asesores, haya confabulado para esclavizar a sus trabajadores y ganar más dinero a su costa es algo que no logra concebir. No concibe que un país sea considerado como una potencia y en su interior no existan leyes reales que amparen a los considerados ilegales o indocumentados y se permita que los empresarios saquen provecho de su condición y sean cada vez más ricos. Gabino cree que vive una realidad difícil de asimilar, se siente frustrado porque cuando pidió una revisión de su salario le contestaron a coro: “agradece que tienes empleo” y le siguieron pagando lo mismo y ahora trabaja por dos, porque despidieron a su compañero. Gabino está indignado y no sabe hasta cuando va a tener que tragarse su frustración. Lo único que piensa es que pronto llegará el día de su suerte como dice la canción y podrá reinvindicarse consigo mismo.

Ana María quiere ser bailarina

Ana María llegó a Estados Unidos desde República Dominicana siendo casi una adolescente con una hija en brazos. Una vez en Nueva York, un muchacho vecino suyo le dijo que la manera más rápida de hacer dinero era convirtiéndose en bailarina de centros nocturnos “y con el cuerpo que tiene vecinita…”, le dijo mirándola con una mezcla de malicia y deseo. Es cierto, Ana María tiene un cuerpo espectacular, exuberante, ella es alta, espigada, gusta de vestir con ropa que resalta sus formas y cuando camina es un poema dice uno de sus admiradores. Tiene un ligero toque de estrabismo que pasa desapercibido porque normalmente uno fija la vista en su boca cuando habla y sonríe. Mientras cuenta esta historia, mueve su cuerpo y sus manos al ritmo del relato, reviviendo cada escena, por lo que atrapa la atención de quienes le escuchan y son muchos. El caso es que Ana María estaba segura de conseguir empleo en alguno de los muchos centros existentes porque es consciente de sus atributos físicos. Tras buscar en varias publicaciones, y conseguir contactos, al fin llegó el día de una entrevista con un gerente de un famoso centro nocturno. Se puso linda, dice, con una ropa sexy, mucho escote y antes de salir dio varios pasos de baile para relajarse. Al llegar y tras hacerle esperar un largo tiempo, le hicieron pasar a una oficina llena de fotografías de mujeres lindas, unas con ropa y otras sin nada, dice Ana María. La actitud del hombre que le recibió era totalmente fría, era un hombre serio, poco amable y con poco tiempo, según le dijo. Tras la presentación de rigor, le dijo que se desnudara totalmente. El pedido le tomó casi de sorpresa porque ella quería demostrar primero su habilidad para el bailes, incluso había repasado algunos movimientos copiados de una película. Ana María comenzó a quitarse la ropa lentamente, botón por botón, casi provocativamente. El hombre no estaba para eso y le pidió que lo haga de prisa. Cuando por fin quedó completamente desnuda, estaba de espaldas al tipo, este le pidió que girara lentamente. El hombre le miró de la cabeza a los pies, se levantó intempestivamente y con rabia, antes de salir le gritó que nunca había visto una mujer con tantos vellos en el cuerpo y que por supuesto no le contrataría porque ni aún depilándose podría quedar como una mujer normal. Ella se ríe a carcajadas, dice que nunca fue consciente de su situación y que ninguno de los novios que tuvo le dijeron nada. Por un segundo se queda pensativa y luego dice que es posible que tenga mucho vello porque se depila cada dos días, pero para ella eso es normal. Por supuesto no siguió buscando trabajo como bailarina, más bien puso en práctica sus conocimientos de estilista, trabaja a domicilio y es muy cotizada entre sus compañeras de trabajo en una factoría, donde ya lleva trabajando varios años mientras espera al príncipe azul que le ponga en el lugar que se merece y no le importe el abundante vello de su cuerpo, dice muerta de la risa.

El deporte de Diana

Diana practica un deporte peligroso para el que se necesita audacia, cálculo de probabilidades, sangre fría y mente clara. Ella es cleptómana. Toma lo que no le pertenece por deporte, porque aparentemente tiene todo. Ella es una mujer joven y bonita, con una sonrisa cálida que seduce a todos sus compañeros y a sus compañeras de trabajo. Su historia actual es diferente a la mayoría de las muchachas inmigrantes porque encontró a su príncipe azul, aunque ella afirma que no le quiere para nada pero le soporta porque él le da todo. Cuenta que su novio da la vida por ella, le ama, le cuida, le cocina, le matriculó en la escuela para que aprenda inglés y le acaba de comprar un auto para que se movilice a su trabajo. El le complace en sus caprichos y hace todo lo que un hombre enamorado haría por su pareja. Pero a pesar de tener todo, ella continúa robando. Todo comenzó como un juego. Cuando llegó a trabajar en la factoría, se quedó maravillada por la cantidad de cosas que estaban a su alcance. En este sitio descubrió que la seguridad no existía y decidió tomar y llevarse una pequeña cosa para ver que pasa. Como no fue descubierta, cada día aumentaba su audacia. Todos creían que iba a dejar su deporte cuando un día llegó la policía, arrestó a un muchacho y lo llevó detenido por llevarse lo ajeno. Parece que este hecho provocó en Diana una nueva sensación de desafío al peligro y comenzó a llevarse cosas de mayor tamaño que escondía en su cuerpo y que a simple vista se notaba. Cada día ella sale con algún objeto escondido en su cuerpo. Hubo un tiempo en que se corrían apuestas para adivinar el día en que sería descubierta, pero ha pasado tanto tiempo que todos se aburrieron y dejaron que la vida marque su signo. Cuenta sin ruborizarse que con lo que se ha llevado, tranquilamente podría poner un negocio en su pueblo, donde le espera su pequeño hijo. Cuando Diana sale la final de la jornada, se despide de su jefe inmediato, casi se diría que se detiene para que la vea, pero él sólo la mira, tal vez sea su sonrisa cautivadora. Cuando alguien le dice que uno de estos días le van a descubrir, ella se ríe, dice que es posible que eso suceda, pero que no puede dejar de robar, que las cosas se le pegan al cuerpo y sale con un gran bulto en la cintura que solamente ella no nota. Pero a lo mejor, uno de estos días.

Quizás algún día

Camilo ha buscado en su memoria su mejor recuerdo. Es simplemente la necesidad de volver a sentir que su corazón aún late y se alborota al pensar en ella. El caso es que todo pasó sin proponerse, como suceden las cosas que dejan huellas de fuego y para siempre. Coincidieron en un sitio llevados por el azahar y nadie encuentra otra explicación válida. Ellos se conocían de vista de mucho tiempo atrás y al volverse a ver no hubo esa corriente que dicen que es el amor a primera vista, tampoco se dijeron palabras que provocaran una relación cercana. Mas bien fueron las complicidades y diversos hechos los que desencadenaron los sucesos. Inventaron un lenguaje propio para hablar sin palabras mientras asistían a reuniones aburridas o cuando estaban dentro de un recinto aunque cada uno al extremo. Cierto día Camilo cayó preso y nadie lo sabía. De alguna forma ella presintió que algo malo sucedía. Dejó el trabajo para buscarle. Como una loca corrió por toda la ciudad preguntando. Movió cielo y tierra hasta que supo dónde se encontraba y luego emprendió otra odisea para que dejen libre a Camilo. Era casi la noche cuando salió libre y la única persona que le esperaba era ella. Se acercó, le miró profundamente y alzándose en puntillas le rodeo entre sus brazos y le dio un beso largo, espontáneo, solidario. Se alejaron abrazados, con la necesidad de protegerse uno al otro y este fue el comienzo de una relación de muchos años. Se volvieron transgresores de la moral, fueron espontáneos y creativos, miraron el mundo y le acomodaron a su manera, se sintieron complemento, yunta, parceros, panas, vivían el uno para el otro hasta que llegó la separación y el silencio, ese largo silencio de muchos años. Fue una ruptura absurda, tan irreal como la relación que tuvieron. Camilo se sonríe con tristeza al recordar ese momento. Por supuesto que sufrió como un poseso, todavía siente dolor, aunque ha pasado casi una década. Y de pronto...ella apareció otra vez en su vida, tan espontánea y natural como si sólo se hubieran separado una noche. Le dijo que todo este tiempo vivió una vida sin vida y que le volvía a buscar porque era su complemento, su razón de existir y entendía que el sufrimiento de ambos debía ser compensado con un nuevo encuentro. Camilo vive otra vez una ilusión, está casi viejo pero no le importa sentir el mismo sentimiento de su juventud. Ahora es más paciente, sólo espera el reencuentro para desatar el deseo tantas veces reprimido por esta larga ausencia. Siente temor pero espera y no le importa saber que a lo mejor todo es producto de su mente.

Friday, May 14, 2010

César el cantor

En la factoría donde trabaja Gabino, apareció un muchacho cantor. Se llama César, aunque según se le va conociendo, utiliza dos o tres nombres diferentes. Es pequeño de estatura pero muy fuerte y reta a quien sea para demostrar su fortaleza. Tiene una mirada profunda, que casi atemoriza, pero en varias ocasiones ha evadido peleas que en otros casos se han resuelto a golpes. Lo peculiar de César es que al caminar va dejando un aroma inconfundible a mota, según el llama a la marihuana. Como es un tipo nervioso, debe andar con dos porciones por lo menos para calmar su ansiedad. Se diría que es hiperactivo, aunque a su edad -va para los 30- sería un caso poco común. No está nunca quieto. Se ha ganado el cariño de los supervisores porque ayuda a todo el mundo a hacer sus tareas. Se le ve en todas partes y siempre se sabe dónde está porque canta a todo pulmón. Le gustan las canciones de Marco Antonio Solis, de los Fernández, de los Tigres del Norte y sabe un repertorio sin fin de hip-hop improvisado y creado por su propia persona. Hay momentos en que se pone huraño, silencioso y cuesta mucho sacarle unas palabras. Pero también tiene períodos de una vorágine de palabras y es cuando cuenta su vida. El papá de César, un cabo del ejército de El Salvador fue instructor anti-guerrilla en pleno conflicto armado de ese país. A los tres años de edad, César quedó huérfano de padre, lo mató su osadía. La madre de César, tras quedar viuda, se juntó con un guerrillero, pero un día decidió suicidarse por razones nunca develadas y dejó a su hijo en el abandono. César fue adoptado por su abuela con quien creció hasta convertirse en adulto. Estuvo con ella administrando una bodega de víveres hasta que decidió emigrar a Estados Unidos. De acuerdo a su relato, llegó a Meryland, donde por ocho meses trabajó como guardia de seguridad en un prostíbulo clandestino. Después pasó a trabajar con un amigo en construcción, donde demostró su habilidad para aprender y ejecutar las tareas bien y rápido. César ya gustaba de consumir marihuana y en este sitio conoció a los distribuidores más pesados por lo que se fue introduciendo en el mundo de la mara. Cierta noche, César se convirtió en testigo de un asesinato de un miembro de un grupo rival. Huyó porque le buscaba la policía para que testifique, pero él temía por su vida, porque debía acusar a un miembro de su propia mara y eso se paga con la vida. Ahora vive en Nueva York y ya buscó la protección de la mara local. También comenzó a enfrentarse con los rivales y según dice, va a otros pueblos a reclutar muchachos jóvenes, hombres y mujeres, para engrosar filas. En medio de estas tareas acude a una Iglesia Cristiana y está pensando dejar la religión porque se peleó con el chofer de la van de la iglesia y eso le ha provocado conflictos. Recién fue atacado por tres hombres que le robaron el dinero ganado en una semana y ya está buscando el contacto adecuado para comprar un arma, porque no quiere que le dejen con los colochos hechos, dice convencido.

Sunday, May 9, 2010

Recordando a mamá

En el pueblo de Gabino, existía o existe, una institución social del gobierno, llamada Monte de Piedad, donde se empeñaban prendas de valor por una cantidad de dinero. Uno llevaba joyas por ejemplo, el empleado hacía una revisión minuciosa y decía una cantidad, si el cliente estaba de acuerdo -lo que siempre sucedía-, escribía un recibo, le enviaba donde el cajero y éste, tras entregarle el dinero, le advertía sobre el plazo escrito para retirar las prendas empeñadas, o de lo contrario las perdía. A este sitio de empeño acudían los más pobres, los que siempre tenían necesidades económicas extremas. Se empeñaban cosas inverosímiles y todo lo imaginable que tuviera un valor. Se dejaban hasta las cobijas, por las que daban una mínima cantidad de dinero, pero que servía para cubrir las necesidades más inmediatas.
Cierto día, cuando Gabino era muy pequeño, su madre le llevó al Monte de Piedad. Sucede que era el último día de plazo para retirar los objetos de valor, al otro día se remataban en subasta pública. No existía poder en el mundo para recuperar lo empeñado terminado el plazo y por eso Gabino y su madre se sumaron a los cientos, tal vez miles, de seres desesperados que pugnaban por llegar a las ventanillas de pago. Era tal el descontrol que no se respetaba nada ni nadie. La madre levantó a Gabino con esfuerzo del suelo porque le estaban asfixiando, le sentó en un muro de una ventana y tras decirle que le espere, se sumergió en la marea humana. Gabino miró con desesperación como desaparecía su madre entre tanta gente y al no saber qué pasaba se puso a llorar desconsolado. No tiene idea de cuánto tiempo estuvo allí, creía que había perdido para siempre a su madre, sólo recuerda que le vinieron unas ganas infinitas de dormir, cerró los ojos y se abandonó al sueño. Le despertó un ligero movimiento, era su madre que aparecía como si viniera de una batalla, despeinada, la ropa maltrecha, sudorosa y los ojos llenos de lágrimas. Gabino no supo si lloraba porque logró recuperar sus prendas o porque las había perdido. La madre le tomó suavemente entre sus brazos, le apretó contra su pecho y después de este abrazo cálido e infinito, le puso en el suelo, le tomó de la mano y le llevó a tomar una golosina.

Este capítulo es sólo uno de los tantos que Gabino vivió junto a su madre. Ella luchaba sola contra la miseria, tenía ocho hijos que mantener y cada día significaba un reto para sobrevivir. Cuántas veces Gabino fue testigo de la fortaleza y la valentía de su madre para mantener a su familia. Ahora se estremece al imaginar el calvario que habrá vivido para llevar el alimento a sus hijos. Lavó ropa ajena en el río, planchó toneladas de ropa, vendió pan desde la madrugada, caminó hasta el agotamiento ofreciendo mercaderías que luego no podía cobrar por dejar fiado, pero nunca permitió que sus hijos sufrieran de hambre o se quedaran sin ir a la escuela. Gabino quiere expresar su amor a la madre que está esperándole que vuelva para abrazarle, para mimarle y decirle que es su hijito del alma. Por su parte él se siente un ser privilegiado de tener una madre tan adorable, que le enseñó que a la vida hay que enfrentarla con fortaleza y con mucho coraje, que le dijo que la fortuna no está en acumular dinero sino en usar la inteligencia para conseguir los objetivos a través del amor y el respeto al prójimo, que fueron suficientes sus palabras para convertirle en un ser humano sensible. Por todo esto Gabino ama a su madre y espera que en su día, todas las madres del mundo reciban el cariño de sus seres queridos.