Saturday, May 29, 2010

Quizás algún día

Camilo ha buscado en su memoria su mejor recuerdo. Es simplemente la necesidad de volver a sentir que su corazón aún late y se alborota al pensar en ella. El caso es que todo pasó sin proponerse, como suceden las cosas que dejan huellas de fuego y para siempre. Coincidieron en un sitio llevados por el azahar y nadie encuentra otra explicación válida. Ellos se conocían de vista de mucho tiempo atrás y al volverse a ver no hubo esa corriente que dicen que es el amor a primera vista, tampoco se dijeron palabras que provocaran una relación cercana. Mas bien fueron las complicidades y diversos hechos los que desencadenaron los sucesos. Inventaron un lenguaje propio para hablar sin palabras mientras asistían a reuniones aburridas o cuando estaban dentro de un recinto aunque cada uno al extremo. Cierto día Camilo cayó preso y nadie lo sabía. De alguna forma ella presintió que algo malo sucedía. Dejó el trabajo para buscarle. Como una loca corrió por toda la ciudad preguntando. Movió cielo y tierra hasta que supo dónde se encontraba y luego emprendió otra odisea para que dejen libre a Camilo. Era casi la noche cuando salió libre y la única persona que le esperaba era ella. Se acercó, le miró profundamente y alzándose en puntillas le rodeo entre sus brazos y le dio un beso largo, espontáneo, solidario. Se alejaron abrazados, con la necesidad de protegerse uno al otro y este fue el comienzo de una relación de muchos años. Se volvieron transgresores de la moral, fueron espontáneos y creativos, miraron el mundo y le acomodaron a su manera, se sintieron complemento, yunta, parceros, panas, vivían el uno para el otro hasta que llegó la separación y el silencio, ese largo silencio de muchos años. Fue una ruptura absurda, tan irreal como la relación que tuvieron. Camilo se sonríe con tristeza al recordar ese momento. Por supuesto que sufrió como un poseso, todavía siente dolor, aunque ha pasado casi una década. Y de pronto...ella apareció otra vez en su vida, tan espontánea y natural como si sólo se hubieran separado una noche. Le dijo que todo este tiempo vivió una vida sin vida y que le volvía a buscar porque era su complemento, su razón de existir y entendía que el sufrimiento de ambos debía ser compensado con un nuevo encuentro. Camilo vive otra vez una ilusión, está casi viejo pero no le importa sentir el mismo sentimiento de su juventud. Ahora es más paciente, sólo espera el reencuentro para desatar el deseo tantas veces reprimido por esta larga ausencia. Siente temor pero espera y no le importa saber que a lo mejor todo es producto de su mente.

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