Tuesday, December 14, 2010

Derrotada

Ya casi no quedaba nadie en la factoría, ella era una de las últimas en salir cuando le retuvieron. El rumor se extendió como un reguero de pólvora, se dijo que ella era sospechosa de robo. Su actitud le delataba, la cabeza gacha, la mirada en el suelo, fija, sin movimiento, su rostro pálido, un ligero temblor en sus manos que sostenían dos bolsas de plástico y una cartera.
Uno de los supervisores le llevó a su oficina, mientras otro llamaba al gerente. El ambiente se volvió tenso entre los trabajadores, todos especulaban sobre lo sucedido, alguien le acusaba, extendía el dedo acusador, de pronto se convirtieron en jueces, decían que ella acostumbraba llevarse lo que no le pertenecía. Al fin llegó el gerente seguido de un séquito de esbirros y todos se encerraron en la oficina. La escena duró unos minutos eternos hasta que se abrió la puerta.
Uno a uno comenzaron a salir, primero los esbirros con mirada de triunfo como si hubieran realizado la hazaña de sus vidas, victoriosos, luego salió el supervisor con el rostro colorado, sudoroso, a continuación salió una mujer de la oficina llevando en sus manos lo que la supuesta ladrona estaba llevando, eran tonterías, nada de valor, allí se juzgaba el hecho no la cantidad en dinero.
La acusación de robo le daba mayor fuerza a la humillación de la muchacha que salió sin mirar a nadie, completamente derrotada, se dirigió a la salida seguida de las miradas de todos los presentes, abrió la puerta y desapareció entre la lluvia que caía ese momento.
Todos la acusaban, parecía que nadie en su vida había cometido un error así que todos tiraron la primera piedra para quedar perdonados por los supervisores, quienes a su vez fingían no saber que muchos llevan mercadería entre sus ropas. No se sabe sobre el futuro de ella, no se sabe si volverá, es incierto su futuro, si tendrá otra oportunidad, aunque pensándolo bien, si ella vuelve el dedo acusador estará apuntándole todo el tiempo. Nadie le perdona.

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