Tuesday, December 14, 2010

Los Dados

Andrés se creía un tipo con suerte…hasta ahora.Todo le iba bien desde que decidió venir a Estados Unidos. Cruzó la frontera en tiempo corto, sin problemas. El viaje a Nueva York le resultó como si de un turista se tratara. Una vez en Long Island tuvo su primer trabajo en una factoría de lámparas donde ganaba mejor que sus compañeros por la habilidad que tenía para producir y elaborar productos especiales bajo pedido.
Después se fue para una carpintería. Allí llegó como supervisor de la línea de muebles de cocina y claro, con un gran sueldo. Llegó la crisis, la factoría cerró, pero Andrés seguía con suerte porque inmediatamente comenzó su nuevo trabajo manejando el camión de la grama. Durante todo este tiempo amasó una pequeña fortuna, porque siempre ha sido ahorrador.
En su país comenzó la construcción de una casita para sus padres y hermanos. Aquí conoció a Andrea, una muchacha agraciada y compañera ideal para Andrés que no pasa de los 23 años de edad. Como se ve, al muchacho le ha ido bien en los últimos tres años, hasta ahora… que conoció a Carlos quien le metió en el mundo de los dados.
Todo comenzó como un juego, como para probar que tan afortunado era en el juego de azahar. Comenzó ganando 100 dólares, luego 200 y una sola vez llegó a ganar 800 dólares. Y ahí terminó su suerte. A partir de ese día todo ha sido pérdida tras pérdida. Cada semana acudía al deli del dominicano donde se juega a los dados en la parte de atrás del local. Allí pensó que podría ganar, pero nada. Luego alguien le llevó al sótano del turco donde las apuesta se hacen en grande, desde 500 para arriba. Esa fue su perdición. En menos de una hora perdió 5 mil dólares, casi todo lo ahorrado.
Ahora va cada noche al billar que está en un pueblo cercano y donde está Luis que es el que presta dinero a los perdedores de los dados y les motiva para que sigan jugando. Con Luis ya tiene una deuda de 3 mil dólares y sigue sumando. Andrés ha perdido todos sus ahorros, ya no envía dinero a sus padres porque ya no tiene nada, todo lo que gana lo juega a los dados.
Andrea está por irse ya no le soporta y para colmo la temporada de la grama está llegando a su fin. Parece que la fortuna le dio la espalda a Andrés que se resiste a dejar el juego, piensa que cualquier día recuperará lo perdido, pero no escucha a los sabios populares que dicen que el que juega por necesidad siempre pierde. Así ha sido y así será.

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