Tuesday, December 14, 2010

El Refugio de Luigi

Apareció un día en la factoría de un día al otro, como un fantasma. La sonora carcajada con que festeja la vida le delató ante todos los trabajadores. Desde su llegada impuso su presencia tanto por su cuerpo como por su alegría. Luigi se parece a un vikingo, debe pesar una tonelada y es tan alto como un poste. Tiene una espesa barba amarilla, que se mueve cuando ríe como si la moviera el viento, los ojos azules le brillan cuando habla, especialmente cuando aprende a hablar en español.
Pone tanto empeño que a ratos cansa porque repasa lo aprendido a gritos. Saluda y conversa con todo el mundo y siempre festeja sus propias ocurrencias con una carcajada que se escucha en toda la factoría. Cuando le preguntan cómo puede estar ahí, ganando lo poco que todos ganan porque está contratado por una agencia de empleos, Luigi se encarga de narrar su fantástica historia que no tiene final feliz.
Cuenta que una vez se ganó la lotería. Un cuarto de millón de dólares pasó por sus manos como un sueño, por lo poco que le duró y lo poco que disfrutó. Logró equipar su casa con lo último en tecnología y eso fue lo único material que compró porque el resto del dinero desapareció en menos de tres meses en fiestas, viajes y visitas frecuentes al casino. Allí su historia se vuelve misteriosa porque dice que ahora tiene una deuda tan grande que no logrará pagar mientras viva. Tuvo que huir, desaparecer y comenzar de cero. Los nuevos amigos de Luigi dice que posiblemente no se llama Luigi, que la deuda la dejó en Italia, que la casa fue embargada y la familia se refugió en algún país de Europa y que utiliza su nuevo trabajo como un refugio. Lo cierto es que Luigi no pasa desapercibido y todos anhelan que su alegría dure mucho tiempo, mientras arregla su vida.

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