Saturday, October 20, 2012

Chele acelera


A Chele le gusta correr con su poderoso todo-terreno por los autopistas de Long Island y también acelera a mil por las calles urbanas de la isla. Al igual que la velocidad, al Chele le fascina tomar cerveza y es a partir de la segunda corona cuando comienza a confesar, lo que él llama, sus malas acciones o más bien los accidentes que ha provocado por conducir acelerado.
La última hazaña fue festejada con grandes carcajadas por la audiencia compuesta por muchachos que admiran al Chele y disfrutan cuando él cuenta cada golpe dado al auto del vecino, cada acelerón para ganarle a la luz en rojo, cada contra vía para ganarle tiempo al tiempo.
Chele dice que una mañana estaba atrasado a su trabajo y por ese motivo le metió la pata al acelerador. Conducía por una calle muy estrecha, de una sola vía. Iba tan de prisa que no tuvo tiempo de frenar cuando vio que un auto negro salía de retro de un garage. Dice que apenas le topó y el auto negro se volteó. Quedó con las llantas para arriba. Chele huyó de la escena y como estaba cerca de su trabajo, parqueó su carro, firmó su asistencia y se fue caminando a ver qué había pasado con el auto negro. Todo estaba lleno de policías, ambulancias, bomberos y curiosos. Chele se unió al grupo de curiosos y comenzó a preguntar si sabían quién era el culpable pero nadie había visto nada. Por un acaso Chele borró las huellas del golpe y dejó su auto escondido por varios días. Su conciencia está tranquila, argumenta, porque nadie ha muerto por su culpa y como sabe que nadie le busca ha vuelto a sus andanzas. Sigue y seguirá acelerando. Sigue y seguirá tomando y contando. No se sabe por cuánto tiempo.

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