Saturday, October 20, 2012

Veinte Pasajeros


En la factoría hay días en que la gente se pone a recordar la vida que llevaban en su tierra. Muchas añoran el campo, otras la comida, las costumbres, las fiestas, las ferias, sin embargo, la mayoría se emociona al recordar los viajes. Cuentan que viajar era siempre una aventura, ya sea en los buses de transporte público, o en camiones, aupados junto a la carga y eso allá es algo normal. Lo que sí parece anormal en cambio es la vivencia que tuvo Gloria el día en que viajaba hacia Estados Unidos.
Eran las tres de la mañana y el único camión que transportaba gente se dejaba escuchar con total claridad en medio del silencio de la madrugada. El ruido del motor en marcha servía mejor que el toque de la bocina, todo mundo sabía que estaba esperando por pasajeros. Gloria debía llegar puntual a la capital para abordar otro camión que le llevaría hasta la frontera, así que salió de prisa despidiéndose de sus familiares. En el parque el chofer le ayudó a subir en la parte trasera donde ya había varias personas, veinte en total, tal como se supo después.
El camión arrancó, salió del pueblo muy despacio y ya en campo abierto el chofer aceleró la máquina y tomó la carretera. No pasaron ni diez minutos cuando el camión se volcó por exceso de velocidad. El chofer no pudo hacer nada. Gloria salió volando en la primera vuelta del camión, cayó en unas matas y desde ahí escuchó los gritos de las gentes heridas que se mezclaban con el ruido infernal de las latas destrozándose y luego nada. Se despertó tendida en la carretera, apenas se había roto un par de costillas. Hubo quince muertos y el resto heridos incluido el chofer, cosa extraña.
Pasó una semana en el hospital y ahí se enteró que la causa del accidente se produjo por venganza. Le contaron que otros camioneros por envidia habían cortado las mangueras de los frenos del camión en que viajaba y encontraron también que tenía azúcar en el tanque de gasolina.
Una vez recuperada Gloria volvió a su pueblo para re-emprender su viaje hacia el norte. Otra vez las tres de la mañana, el mismo ruido del motor encendido esperando pasajeros, el chofer que le ayuda a subir al camión y otra vez, veinte pasajeros.

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