Saturday, October 20, 2012

Sin Distancias


Ya van a ser dos años desde que se separaron por mutuo acuerdo. Dijeron que para siempre, pero el amor que se tienen les junta cada vez más.
Hace dos años Bernardo supo que el esposo de Elisa venía desde su país para reunirse con ella. Tuvieron que dejarse con lágrimas y con pena. Ella dijo que debía estar con su esposo por sus hijos y a pesar de no amarle. Para hacerle la vida más fácil, Bernardo se fue a vivir al norte de Nueva York, a cuatro horas de Long Island, cambió su número de teléfono y no dejó a nadie su dirección. Pero el amor todo lo puede, según dice la canción. Pasó el tiempo, el esposo llegó, se instaló y comenzó su vida junto a Elisa, pero ella extrañaba a Bernardo.
Movió cielo y tierra, averiguó, investigó, calculó y dio con el paradero de su amado. Le pidió una sola cita. Acordaron encontrarse en un sitio intermedio, cada uno manejaba su auto y el azar quiso que se encontraran en medio de la nada, en una carretera desierta, que se prestaba como el fondo ideal para la pasión. Se amaron como antes, se reconocieron como siempre y juraron seguir con este juego contra toda lógica y con tanto riesgo.
Hasta ahora todo marcha sobre ruedas, cada mes emprenden ese viaje hacia la dicha. Sus encuentros siguen siendo casuales, no por imprevistos, sino porque nada está calculado. Detienen sus autos donde se cruzan o se reconocen, mejor si es en la carretera desierta o sino en el pueblo más cercano. El caso es que todos en la factoría envidian la suerte de este amigo haitiano y muchas suspiran por la dicha de esta mujer a la que llaman infiel, pero ella se define mas bien como una persona fiel con el amor.

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