Saturday, February 26, 2011

El Bono

En la factoría donde labora Gabino hay cerca de 50 empleados, la mitad de ellos fueron contratados directamente por la empresa y el resto, llamados temporarios, por una agencia de empleos. Se pensaría que la responsabilidad para hacer el trabajo es compartido equitativamente pero no es así. Los empleados de la factoría trabajan 40 horas semanales y rara vez tienen sobre-tiempo, pero ganan cerca de dos dólares más por hora en relación a los temporarios, cuyo salario es el mínimo establecido por ley en Nueva York. A los empresarios no les conviene dejar que sus trabajadores laboren horas extras porque pagarían más dinero, en cambio utilizan a los temporarios quienes trabajan jornadas sostenidas de 10 horas como promedio y muchas veces 12 y 14 horas al día, sin descansos y sin tiempo para comer. El pago a ellos es menor porque solamente se calcula el tiempo excedente y nada más. Es un buen negocio según algunos entendidos en la materia.
Con estos antecedentes, un día se supo que la compañía iba a entregar bonos por los buenos resultados obtenidos el año anterior. En efecto, cada uno de los empleados de la compañía recibió un cheque adicional a su salario, se les entregó una carta directamente de gerencia donde se les agradecía por el esfuerzo demostrado y decían estar satisfechos con el empeño mostrado. A los temporarios no se les dijo nada, ni gracias, no se les tomó en cuenta, parecería que no existieran. Por cierto entre todos los temporarios y temporarias hubo malestar general, frustración, impotencia, iras, rencor, en fin, cada quien argumentaba su sentir. Se dijo que los buenos resultados por la compañía se debían exclusivamente por el esfuerzo de los temporarios y es cierto, son ellos y ellas quienes trabajan horas adicionales, llegan de madrugada y son los últimos en salir con la noche a cuestas. Realizan un trabajo eficiente a pesar de ganar menos que el resto. En algún momento pidieron incremento salarial y desde la agencia de empleos se les dijo “que agradezcan mas bien que tienen trabajo y ni se les ocurra pedir aumento” y así se terminó la ilusión de que se reconozca su dedicación y su empeño para que la compañía sea valorada en el mercado como una de las mejores. Pero los temporarios tienen un aliado casi desapercibido. Es uno de los supervisores que lleva el control de las horas trabajadas. El americano compensa el esfuerzo poniendo una o dos horas adicionales en la hoja de control semanal, con lo que de alguna manera se equilibran las profundas diferencia entre trabajadores. Y casi nadie lo sabe.

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