Sunday, June 5, 2011

Desprendidos y Generosos

Por: Gabino Andino

Alfonso tuvo un accidente en su trabajo, le cayó una caja pesada en la espalda y apenas puede mover sus piernas. La empresa para la que trabajaba asumió todos los gastos clínicos y le comunicó que recibiría una compensación económica.
Alfonso, como miembro activo de su iglesia, pidió a sus hermanos en la fe para que le ayuden a llegar a las sesiones diarias de terapia. Al principio le ofrecieron sus autos para movilizarle, pero poco a poco se fueron retirando y de pronto quedó abandonado a su suerte. Haciendo un esfuerzo extraordinario y pagando un precio excesivo Alfonso llamó a un taxi y le pidió al chofer que le ayudara a llegar a su terapia. Tras un esfuerzo sobrehumano subió al taxi y partió rumbo a la que sería su última sesión por falta de transporte y dinero. Pero algo fuera de lo común sucedió. Alfonso regresó feliz a su casa y contó que el terapeuta le había presentado a una pareja de esposos, quienes de manera desinteresada se habían mostrado dispuestos a ayudarle en todo lo que necesite, desde poner a su disposición el auto para movilizarle, hasta traducirle los papeles y documentos para que reclame su indemnización.

Cada día, de manera puntual y con gran paciencia, la pareja llegaba a la casa de Alfonso, le ayudaba a subir al auto, le esperaba que terminara la terapia y le traía de vuelta a casa. Así pasaron varias semanas, lo que provocó que todos entraran en confianza, incluso varias veces los esposos le ayudaron a bañarse y cambiarse de ropa, algo que fue vergonzoso al principio pero que después fue tomado con naturalidad por el beneficiado.
Hubo invitaciones para ir de compras, invitaciones para comer o ir al cine o simplemente para ir de paseo. Nadie desconfiaba de nadie.
Cierto día, la pareja de esposos llegó con varios documentos en sus manos para que Alfonso los firmara, le dijeron que se trataba de un requisito que pedía la compañía para acelerar el proceso de indemnización. Alfonso estampó alegre su firma, los esposos se despidieron y no volvieron nunca más, desaparecieron como fantasmas, se los tragó la tierra.

Ya son meses y nadie sabe de ellos, ni siquiera el terapeuta que les presentó. Los supuestos esposos falsificaron papeles y cobraron la indemnización que le correspondía a Alfonso. El sigue esperando que alguien, por favor, le lleve a sus sesiones de terapia para ver si su salud mejora y así poder buscar la manera de recuperar su dinero y si fuera posible, dar su merecido a los estafadores.

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