Sunday, June 5, 2011

Noticias de Edy

Llegó un nuevo trabajador a la factoría y por esas cosas del azar conocía también a Edy. La noticia le dejó sin habla, fue un balde de agua fría: Edy estaba muerto.
Sucedió hace muchos años. Gabino recién llegado a este país encontró un trabajo de limpieza. Recorrió decenas de edificios recogiendo basura, lavado alfombras, limpiando vidrios, paleando nieve, o limpiando y abrillantando pisos. En este peregrinaje conoció a Edy, un muchacho joven, lleno de vida, con una energía increíble y con un proyecto claro sobre su futuro, quería reunir dinero para traer a su hermana que estaba sola en su país natal.

Edy trabajaba de sol a sol, siempre se presentaba de voluntario, especialmente para los trabajos difíciles como la remoción de nieve en los duros inviernos. Llegaba puntual aunque la cita fuera al final de la isla. Terminaba primero y luego ayudaba a sus compañeros rezagados por lo que se ganaba el respeto de todos ellos.
Un día llegó a un edificio para abrillantar el piso. El trabajo consistía en remover el brillo viejo con un líquido de olor penetrante y sumamente resbaloso y fue allí donde Edy sufrió aquel golpe que lo mataría después. Aunque era un experto en estas artes un descuido fue suficiente para que resbalara, volara por el aire y cayera de cabeza recibiendo un brutal golpe que le dejó semi-inconsciente. Por varios minutos quedó sentado frotándose la cabeza, luego se levantó y siguió trabajando, aunque ya no era el mismo. Se volvió taciturno, triste y callado y nunca se quejó de dolores de cabeza, sólo le delataba el tic nervioso que tenía de frotarse la nunca.

El tiempo pasó y Gabino cambió de trabajo, nunca más supo de Edy, hasta hoy. Aquel muchacho con un brillante futuro acabó en un hospital al que llegó por última vez con sus propios pies. Había amanecido con un dolor de cabeza insoportable y por primera vez en su vida faltó al trabajo. Llegó a emergencia y se desvaneció. No era un desmayo, era la vida que se le iba de a poco. Duró apenas un par de horas y murió por un tumor producto de aquel fatídico golpe que recibió años atrás. Sus compañeros de trabajo hicieron una colecta y lograron enviar el cadáver a su tierra.
Una sensación de tristeza embarga a Gabino, piensa que la vida es injusta o que el destino pasa las cuentas a su tiempo. Tras esta desazón Gabino ratifica su principio que intenta cumplirlo a cabalidad: vivir cada día como si fuera el último de tu vida.

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