Thursday, January 5, 2012

Esos amores virtuales

Todo comenzó como un juego, desde ese intercambio de palabras que se fueron convirtiendo en deseo, hasta el largo viaje hacia el encuentro.
Eduardo abrió su cuenta en facebook porque quería volver a saber de sus amigos que se dispersaron por la guerra y como un deseo íntimo, deseaba comunicarse con sus antiguas novias y conocer cómo las trataba la vida.
No puso límite a sus contactos, todos y todas se incorporaban a su lista de amistades, pero poco a poco fue eliminando los muchos para quedarse con los pocos, hasta que terminó intercambiando sus ideas solamente con la gringa con la que se identificó desde el primer momento. En apenas tres meses su vida dio un giro por completo. Día y noche estaba conectado con Alice, se contaron hasta el último detalle de sus vidas, se hicieron íntimos amigos y después decidieron convertirse en amantes. Los dos estaban sin pareja, ella dijo tener un hijo de cuatro años y eso no le importó a Eduardo, quien decidió ir a vivir con Alice en Ohio. Renunció a su trabajo, vendió todo lo que tenía en Nueva York, hizo maletas y se fue al encuentro de su destino.
Ella estaba esperándole en el aeropuerto, se reconocieron y se besaron como en las películas. Tomaron un taxi y fueron a casa. Alice estaba radiante, cariñosa, alegre y bella, más que en las fotos de su cuenta en facebook. Tal vez por eso Eduardo aceptó sus explicaciones sobre los hijos de ella que en realidad eran cuatro, el último de ocho meses. Le contó que el padre de los niños le había abandonado y sobrevivía a duras penas con dos trabajos. La primera noche con ella fue de ensueño, pero terminó apenas despuntó el día. La realidad se presentó cruda ante los ojos de Eduardo. Los niños le miraban con odio, reclamaban a su padre y se comportaron como diablillos hasta que salió a buscar trabajo. Para no alargar este relato, la odisea de Eduardo duró seis meses. Sufrió como un mártir los malos tratos de los niños y las exigencia de Alice. Todo el dinero que ganó lo invirtió en pagar las cuentas de ella. La gringa llegó al extremo de exigirle dinero para hacer el amor y eso fue el detonante para que el muchacho decidiera huir de el infierno que él mismo había provocado.
Salió una mañana de casa y en vez de ir a su trabajo, tomó un bus rumbo a Nueva York a donde llegó sin un centavo.
Comenzó a trabajar en la factoría hace apenas dos meses y dice que no se quedará mucho tiempo, espera que le devuelvan su antiguo trabajo donde ganaba tres veces más y casi no hacía nada. Mientras tanto ha cerrado su cuenta en facebook y como consuelo y para no vivir solo se ha comprado una perrita chihuahua a la que llama con cariño Princesa y dice que ella será por siempre su reina.

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