Thursday, January 5, 2012

Se va

Ella se va de la factoría. Se regresa a su pueblo después de vivir cuatro años en Long Island. Deja huérfanos a todos los hombres, les deja vacíos de su presencia, de su figura, de su sonrisa, de su voz velada, casi ronca, que era un susurro cuando contaba las cosas que le decían los bolos o borrachos de su otro trabajo.
Desde que llegó a la factoría, hombres y mujeres se sorprendieron de su cuerpo, de su grupa poderosa que movía como acariciada por el viento. Todos y todas admiraron su sonrisa sensual y disfrutaron de su ingenio para responder a cualquier piropo leve o subido de tono. Tenía la respuesta adecuada para mantener a raya a los avezados que querían llevarle a la cama y después al cielo. Le ofrecieron riquezas, dinero, propiedades, lujos, pera ella prefirió hacer dinero explotando sus encantos sin compromisos ni obligaciones. En la factoría logró ubicarse en un puesto junto al jefe, de poco esfuerzo y de mucha suspicacia. Todo el tiempo jugó al gato y al ratón con el gringo que la creyó presa fácil y a quien le mantuvo comiendo de su mano, a tal punto que casi le obligó a hacerle regalos caros que acumulaba para enviar a sus parientes en su pueblo.
En su otro trabajo de fin de semana como mesera es donde realmente logró acumular dinero a costilla de los hombres que le daban jugosas propinas sólo para verle caminar moviendo las caderas y más cuando habían bebido lo suficiente para perder el juicio y ofrecerle billetes a manos llenas por un beso o una caricia. Ella recibía las propinas y les daba esperanzas y nada más. Y pasaron cuatro años de esta vida que le cansó tanto y de pronto decidió regresar a sus orígenes sin vuelta atrás. Apenas se despidió de sus amistades y partió sin mirar atrás, llevándose su sonrisa sensual y su cuerpo espectacular.

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